Érase una vez una joven llena de ilusiones, determinación,
energía, amor por la vida, inteligencia, motivación y sobre todo ganas de
comerse el mundo… es así como comienzan muchas historias de jóvenes que tienen
todo un futuro por delante, aptitudes y habilidades para ser quienes se
propongan.
Pero van pasando los años y un día te encuentras con esa
chica en un supermercado y la vez gris, poco comunicativa, apagada, casi
invisible. No es la chica que conociste, es otra persona, tal vez te preguntas
si te equivocaste de persona y estás hablando con una desconocida, no es así,
es la persona correcta, solo que ella no ha estado en el camino correcto.
Muchas mujeres tenemos un sinnúmero de cualidades y
habilidades natas y adquiridas que llegan a su punto máximo durante la
juventud, la mayoría de esas condiciones las desarrollamos al límite cuando el
camino que recorremos lo hacemos en nuestra propia compañía, cuando los compañeros
de viaje son verdaderos compañeros que nos impulsan a dar ese paso que nos
cuesta, a subir esos escalones que nos faltan para llegar a la meta.
En ocasiones somos nosotras mismas las mejores compañeras en
nuestro propio viaje de vida, nosotras mismas encontramos la fortaleza para ir
más allá, para explorar, para conocer, para soñar, para vivir. Pero en un
momento de nuestras vidas queremos compartir esos hermosos paisajes que vemos
mientras recorremos nuestro propio camino con alguien más. Llega un momento en
que a nuestro lado pasa otro caminante de la vida y lo invitamos a seguir
nuestro camino, en ese momento vemos los paisajes más coloridos, los caminos se
hacen más fáciles de transitar, comenzamos a hablar y compartir nuestros
pensamientos con alguien más y nos olvidamos de la excelente compañía que teníamos
antes de encontrar ese nuevo caminante.
A medida que vamos avanzando por el camino, nos damos cuenta
que ese caminante que nos acompaña lleva un ritmo diferente, los paisajes que
para nosotras son espectaculares llenos de fragancias, colores y sonidos; para
él no son más que árboles, piedras, montañas, flores, pájaros…
Descubres que su discurso no es tan positivo como el tuyo,
que en ocasiones todo lo que dices está mal, los pensamientos que compartes,
tus pensamientos, están errados; que las opciones que propones no son de su
agrado, que simplemente todo lo haces mal.
Y llega un momento en que comienzas a subir la montaña de tu
destino, tu éxito, tu crecimiento… y ese caminante va tras de ti tropezando y
pidiendo ayuda o simplemente quejándose por lo difícil del camino que elegiste,
de lo equivocada que siempre estás en todo lo que haces. Pero como dentro de
tus virtudes está el ser compasiva, te detienes a ayudarle, le animas a seguir,
lo apoyas para que pueda dar pasos seguros, deshaces tus pasos para seguir tras
de él y asegurarte que no corre ningún peligro y que seguirá siendo tu
compañero de viaje, porque ahora hace parte de tu vida.
Sin embargo todos nosotros hacemos planes y muchas veces
esos planes no incluyen a nadie en especial, simplemente haces planes para ti,
piensas en tu futuro, en tu camino, en tu meta y poco a poco ves como los
planes de tu compañero de viaje no coinciden con tus convicciones, comienzas a
darte cuenta que en algún lugar del camino te alejaste de tu ruta y comenzaste
a seguir una ruta que no estaba diseñada para ti, un trayecto donde no había
flores con aroma, solo flores, que los pájaros no cantaban ni volaban, solo
eran pájaros de papel, que los árboles estaban pintados en un lienzo, miras a
tu alrededor y solo vez un paisaje falso sin colores, sin aromas, sin sonidos.
Te sientes agotada, confundida, vacía y abandonada en un
camino que no es el tuyo. Tu compañero de viaje ahora continúa solo su camino, sigue
sus propias convicciones y sueños, ha llegado a su ruta y es la que quiere
seguir. Y allí estás tú, frente a un paisaje que no conoces, rodeada de
oscuridad, tristeza, frustración, soledad…
Atrás quedaron esos momentos de
risas, ilusiones, sueños, esperanzas, y recuerdas cuando tus compañeros de
viaje eran pequeñas personitas que con dificultad seguían tus pasos pero que hacían
que los colores del paisaje fueran más brillantes y hermosos.
Abres tus ojos deseando que todo lo que acabas de sentir
solo sea un sueño y te ves de pie en un supermercado frente a esa amiga que no
reconoces pero que activa la alarma de tu vida para que te des cuenta que no
vale la pena dejar de lado tus ilusiones, tu pasión y tu camino por seguir el
camino de alguien más.
Ahora es el momento de hacer un alto, mirar a tu alrededor,
desempolvar el pasado y sacar de allí todos esos sueños, toda la fuerza que
hizo de ti la mujer que muchos admiran. Es el momento de deshacer esos pasos
errados y retomar tu camino, el camino que tu elegiste. Es hora de volver a ser
la mujer alegre, hermosa, segura de sí misma, fuerte y guerrera.
Porque esa eres tu! Una mujer GUERRERA!!
Estas siguiendo ahora mismo el camino de alguien más? Crees que
para ti es un buen compañero de viaje o por el contrario te ha llevado a su
ruta y te sientes perdida en ella? Crees que es el momento para retroceder y
volver a tu camino?
Cuéntame cómo transitas tu camino por la vida, sabes que me
encanta leerte y responder a tus comentarios, me ayudan a encontrar inspiración
para escribir artículos especialmente para ti.